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lunes, 29 de julio de 2019

El soldado volador de Macrón

El 14 de julio, durante el desfile para conmemorar el 330 –o, dicho en adjetivos numerales, el tricentésimo trigésimo– aniversario de la revolución francesa, Franky Zapata, piloto profesional de jet-sky e inventor de la Flyboard Air fue la estrella del desfile. No obstante el nombre, Franky Zapata es ciudadano francés, y pese al nombre del invento, el Flyboard Air es una patente francesa; es una plataforma movida a chorro que alcanza una altura de poco más de 3000 metros, se puede desplazar hasta 150 kilómetros por hora y tiene una autonomía de poco más de 30 kilómetros. El presidente Macrón, se prendido a los logros de "el soldado volador", detalle sugestivo: para la parada aérea Franky usó un fusil AR-15 de fabricación norteamericana; un error de los organizadores del evento que, curiosamente, no llamó la atención de algún nacionalista exaltado; debió haber portado el arma reglamentaria de las tropas de infantería francesa, el FAMAS. Fue, como desfilar comiendo una hamburguesa...

Para completar este desfile de ciencia ficción, pocos días después, el presidente ordenó al Ministerio de Defensa que, "para imaginar futuros escenarios de conflicto terrestres y espaciales", convocase a media docena de especialistas. Los elegidos: futurólogos y escritores de ciencia ficción. Dentro de esta efusión de orgullo patrio y nacionalismo exacerbado, el próximo paso de Franky Zapata fue, el 25 de julio, intentar el cruce del Canal de la Mancha con su Flyboard Air; el proyecto contemplaba una escala en medio de la travesía para repostar querosén. Un error de cálculo, o un golpe de viento, lo depositó en el agua en vez de la embarcación de la marina de guerra donde debía reponer combustible. La fecha del fallido cruce no fue azarosa: se conmemoraba el centésimo décimo aniversario del primer cruce del Canal de Mancha, realizado por Louis Blériot.

Al igual que el Primer Cruce Aéreo del Atlántico Norte, realizado en 1919, este desafío fue promocionado por el periódico británico Daily Mail en 1909 y el premio de 1000 libras esterlinas. La oferta fue un aliciente para Louis Blériot, piloto, fabricante de aviones y pionero de la industria aeronáutica que se hallaba al borde de la bancarrota debido a esta pasión. Era un exitoso empresario dueño de una fábrica de faroles para autos y bicicletas, una de sus mayores y exitosas aplicaciones como diseñador fue adoptar la disposición de las alas de los aeroplanos adelante del fuselaje y la cola atrás, que no fue el diseño elegido por los hermanos Wright. Pronto fue reconocido y premiado en su país y recibió la condecoración máxima del Aeroclub Francés, medalla de oro; pero, en sus intentos, había destrozado diez aeroplanos –viejo y eficaz método de ensayo y error–; el premio del Daily Mail no pudo llegar en mejor momento.

No fue el único que recogió el guante. Hubert Latham, inglés radicado en Francia –angustia de Blériot–, lo intentó el 19 de julio pero fracasó ocho kilómetros después del despegue –alivio de Blériot–. Más tranquilo y sin rivales a la vista, esperó un día con clima favorable en el improvisado aeropuerto, en una granja del pueblo Les Baraques, al Oeste de Calais. El 25 de julio, luego de un vuelo de prueba de 10 minutos, a primera hora de la madrugada aterrizó repostó combustible y, a las cuatro y cuarenta y cinco minutos, en su monoplano Blériot XI, decoló rumbo a Inglaterra. Treinta y seis minutos después aterrizó en Dover; el vuelo a ochenta kilómetros por hora, no superó los ochenta metros de altura. Los titulares del Daily Mail le pusieron un título a la proeza: "Inglaterra ya no es una Isla".

El premio cambió su suerte, de allí en más Louis Blériot devino un exitoso fabricante de aeroplanos. A diferencia de la tabla voladora y su inventor, que tuvieron su debut en la prensa con el intimidante título "el soldado volador", Blériot fue un pionero de la aviación civil. Los delirios nacionalistas de Macrón de convocar a futurólogos y escritores de ciencia ficción para "imaginar futuros escenarios de conflicto terrestres y espaciales" seguramente no están ajenos, desde el punto de vista financiero, a las investigaciones de Franky Zapata.

Pensándolo bien, el padre de la ciencia ficción moderna, Julio Verne, también incursionó en esta cruza de pionero futurista con veleidades belicistas; aunque encubiertas como justicieras: el Capitán Nemo, o el ingeniero Cyrus Smith y sus compañeros en La isla misteriosa –curiosamente asistidos por un solitario Capitán Nemo–, o el buenazo y filántropo doctor Sarracín y su France-Ville, enfrentado con el canalla profesor Schultze, quien desde su ciudad de acero, planea destruir France-Ville y doblegar a la humanidad.

Por suerte para el presidente Macrón siempre habrá un benefactor galo para defender a la humanidad desde la ciencia ficción. No en vano Nicolás Chovin, uno de los padres del patrioterismo –otra forma de ficción macabra–, dio origen a la palabra chauvinisme, en español, chovinismo.





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